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Consumo excesivo de alcohol entre los jóvenes

Un fenómeno que influye en los resultados académicos

El consumo excesivo de alcohol, o su equivalente anglosajón binge drinking, se ha convertido desde hace unos años en un patrón  para los adolescentes que ocurre con frecuencia asociado a la práctica del botellón.  Un patrón que se caracteriza por la ingestión de cantidades excesivas de alcohol en un periodo de tiempo corto. Es decir, el atracón.

De momento se desconocen las consecuencias directas de este hábito, pero ya existen estudios que revelan la relación entre consumo intensivo y malos resultados académicos.

Estudios confirman la relación entre consumo intensivo y malos resultados académicos

Un estudio elaborado por la Universidad Complutense de Madrid sostiene que los jóvenes que consumen grandes cantidades de alcohol en periodos cortos de tiempo obtienen peores resultados académicos, suelen repetir curso y en general muestran mayor dificultad en su vida académica.

Luis Miguel García Moreno, neuropsicólogo, profesor de la Universidad Complutense en la Facultad de Educación y coordinador del estudio subraya que «todavía no se pueden establecer relaciones causales entre ingerir alcohol en grandes cantidades y sacar malas notas. Pero da la casualidad que esa relación se da en la investigación».

La corteza prefontal todavía está en desarrollo en la adolescencia, es mucho más vulnerable al alcohol.

La conclusión del estudio pone de manifiesto que los jóvenes que consumen grandes cantidades de alcohol desarrollan conductas más desorganizadas que afectan al rendimiento escolar, debido a que los circuitos neuronales que guían la conducta son más vulnerables a los efectos del alcohol o se encuentran en situación de desventaja.

Hay que tener en cuenta que la corteza cerebral prefrontal, la zona ejecutiva del cerebro que trabaja para solucionar problemas, todavía está en desarrollo en la adolescencia, por lo que es mucho más vulnerable a los daños del alcohol. La ingesta intensiva afecta a los circuitos prefrontales, y cuando estos fallan la conducta se vuelve desorganizada, «y una conducta desorganizada en el ámbito académico obtiene peores resultados que una organizada y previsora», aclara Luis Miguel García.

Los expertos no hablan de daño cerebral, sin embargo sí señalan que los jóvenes con hábitos de ingesta de alcohol intensiva terminan por desarrollar conductas desorganizadas que se traducen en malos resultados académicos.

 

El daño está, pero en un principio no se manifiesta

Un síntoma alarmante que sin embargo pasa desapercibido es que la mayoría de estos chicos beben mucho y aparentemente eso no les pasa factura. Y es que, como explica el neuropsicólogo Luis Miguel García Moreno, «al principio no se nota porque parece que existe un mecanismo de compensación cerebral, pero con el paso del tiempo pasa factura y dicho mecanismo pierde eficacia”».

En un principio la ingesta desmesurada de alcohol no se manifiesta en la conducta del joven. Sin embargo, el cerebro se resiente de ese consumo cuando tiene que resolver una tarea. Es decir, ese joven necesita que su cerebro trabaje más para resolver la misma tarea que otro joven, lo que conlleva tener que utilizar más recursos cerebrales, y llega un momento donde sí aparecen las diferencias. El problema es que tarda en apreciarse a nivel funcional.

De hecho, como muestra un estudio elaborado por la Universidad de Santiago de Compostela, «a nivel de neuroimagen y de registros neurofisiológicos sí se ve antes», lo que pone de manifiesto que «el cerebro de estos chicos resuelve la tarea de igual manera pero el registro encefalográfico te dice que tiene que trabajar más», explica el profesor García Moreno.

El problema reside, por tanto, «en que los daños por el consumo intensivo de alcohol pueden no manifestarse durante un tiempo, pero si la ingesta persiste ese recurso de compensación deja de ser eficaz y comienza a presentar dificultades».

 

El objetivo del estudio

Luis Miguel García Moreno explica que su estudio se centra más en los factores personales que en los sociológicos. «No es un estudio sociológico, sino un estudio de la persona». El objetivo es «diseñar políticas preventivas más personalizadas, es decir, que cuando queramos prevenir el consumo de alcohol y todo el daño que produce podamos hacerlo de un modo más personalizado».

De momento esto parece una utopía, pero el estudio cuenta con una muestra cada vez más amplia. «El reto es conocer cuál es el detonante que hace que comiencen a beber para proporcionar una mirada personalizada frente a las políticas indiscriminadas de prevención, detectar los sujetos sensibles y actuar de la manera más precisa con esos chicos».

 

 

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