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¿Existen familias democráticas?

Un debate inconcluso

Desde mediados del siglo pasado oímos hablar de la democratización con más frecuencia y vemos que se está aplicando este concepto a casi todos los ámbitos públicos y privados, sociales y políticos… Es tal la influencia de este término en las sociedades actuales que hace más de dos décadas que se ha introducido en el ámbito privado con la democratización de la familia, un concepto que desde entonces está en constante debate.

La primera vez que se habló de familias democráticas fue en 1998, cuando el sociólogo británico Anthony Giddens hizo un provocador planteamiento alrededor de la familia hablando de su democratización en su libro La tercera vía.

Según el propio Giddens, la llegada de la democracia a las familias requiere la combinación de la libertad individual y la solidaridad social. Partiendo de esta premisa, se podría definir a la familia democrática como aquella en la que que, sin importar su forma nuclear, se promueven relaciones basadas en la equidad, la confianza, la diversidad y la tolerancia, merced al reconocimiento y a la participación de todos los integrantes en la toma de decisiones. En dichas familias se realiza la distribución de tareas y roles asumiendo la equidad de géneros.

"La llegada de la democracia a las familias requiere la combinación de la libertad individual y la solidaridad social"

El concepto de familia o crianza democrática viene siendo utilizado desde hace décadas en educación; no obstante, al mismo tiempo que se desarrolla esta forma de convivencia familiar, todavía persiste el antiguo modelo familiar (el autoritario), en el que se impone el parecer de uno de los progenitores, además de la pervivencia de otra modalidad igualmente insana (la permisiva), en la que se deja a los hijos hacer lo que quieran, sin normas ni límites.

El modelo de familia democrática podríamos decir que es la posición media, que no se sitúa en ninguno de los extremos, sino que implica un tipo de crianza más horizontal y se caracteriza por priorizar la conversación, el afecto y el ofrecimiento de razones. Obviamente no existe en ella el sufragio universal (derecho a voto), pues las normas y los límites los imponen los padres, ni tampoco una división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), ya que todo el poder, en este caso, recae también en los padres. En realidad, lo que propone la democratización de la familia es otorgar a todos los miembros de la familia el derecho a hablar, opinar y cuestionar, como por ejemplo decidir en conjunto adónde viajar o cómo repartirse las tareas del hogar, además de que los padres explican el porqué de las normas en vez de obligar a los hijos a obedecer sin rechistar.

"Lo que propone la democratización de la familia es otorgar a todos los miembros de la familia el derecho a hablar, opinar y cuestionar"

Hoy en día existe una creciente moda de dejar a los hijos elegirlo todo, absolutamente todo. Ellos son los que deciden a qué quieren jugar, qué película quieren ver, qué quieren comer, merendar y cenar… escogen incluso si se quedan en casa o prefieren salir, todo ello con intención de democratizar más la familia, pero no debería ser así, puesto que al final eso convierte a los hijos en los verdaderos miembros autoritarios de la familia, y todo ello porque los padres olvidaron que existen cosas innegociables.

Así pues, hablar de familias democráticas no implica dejar de lado el rol que desempeñan padres y madres en la familia como figura de autoridad, lo que significa es pensar en un modelo de autoridad democrática donde todos y todas participen sin importar su condición en la cotidianidad de la vida familiar, generando espacios para compartir comunicación y para la escucha activa. Los padres y madres no deben abandonar su rol de líderes, tienen el poder y son ellos quienes deciden, porque ellos son los guías de sus hijos, sus referentes, al menos hasta que crezcan.


 

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