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Shock pospandemia

Solo sé que no sé nada

EDITORIAL

25 de mayo de 2020, primer día de la fase 1 en Barcelona. Reviso todos los avisos de noticias del sector de la enseñanza, nacionales e internacionales, leo las conclusiones de las ruedas de prensa que no pude soportar en directo durante el fin de semana, repaso notas de prensa de organismos oficiales y preparo los artículos de mis compañeras para esta semana por orden de relevancia.

Me pasa factura la atención constante de estas once semanas. Desconozco si el resto del país se siente igual, personalmente considero que el sector educativo (incluyo a todos sus agentes) llega a la normalidad cansado de estar siempre conectado y perplejo ante las nuevas exigencias para la vuelta al colegio.

¿Qué más le podemos exigir a un docente?

Con la revolución educativa del siglo XXI, basada principalmente en teorías de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, los profesores han debido aprender a enseñar las mismas materias que siempre con tecnologías para las que nadie les había preparado. La enseñanza ha exigido el desarrollo de habilidades en sexualidad, informática, robótica, ciencias del medio ambiente, cooperativismo social, y ahora también toca convertirse en youtubers y coaches carismáticos delante de una cámara. Hemos pasado del «por favor, deja el móvil inmediatamente» al «por favor, ponte delante de la cámara y deja de saltar por tu habitación. ¡Estamos en clase!».

Según las nuevas directrices de las autoridades competentes, los colegios tendrán que elaborar un plan para cada centro que cumpla las medidas de Protección Civil y de Salud Pública, todavía por aclarar. La información, quizás, apunta a  que los profesores tendrán que exigir la cartilla de vacunas del alumnado y revisar la temperatura y las condiciones de salud diariamente de cada estudiante para que pueda entrar y permanecer en la clase.

¿Cómo hacer un plan de unas medidas que todavía no se han descrito para una situación que no ha llegado y para la que no hay experiencia anterior?

Está claro que el curso próximo, 2020-2021, aunque se inicie en una fase de normalidad absoluta, será una normalidad desconocida, todo estará bajo directrices de distanciamiento social, medidas higiénicas exhaustivas, menor número de alumnos por clase y por actividad. No obstante, esta última medida se complica un poco más, después de algunas declaraciones de autoridades competentes que señalan un único objetivo para el nuevo curso: que ningún niño se quede en casa en la vuelta al colegio. Por eso, la elaboración de un calendario de turnos de asistencia a la escuela queda descartada. O sea, «todos al colegio en septiembre» sin saber cómo, de momento.

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Se ha hablado, y con razón, del sacrificio de los sanitarios que tenían familia, pero nadie comenta el estrés que han sufrido los docentes que también son madres y padres. ¿Cómo ser profesor en el mismo espacio que eres madre o padre? ¿Quién atiende a tus hijos mientras tú das formación a los hijos de otros?

Todos al colegio en septiembre sin saber cómo, de momento

Los docentes, a partir de ahora, deberán entender de arquitectura, tendrán que actuar como especialistas en espacios colectivos bajo medidas de protección civil extraordinarias, sin definir todavía. Peligran las bibliotecas, los teatros, las salas de actividades polivalentes… ¿Cómo se realizarán las asambleas donde los alumnos compartían experiencias y emociones? ¡Nadie lo sabe! Pero toda la sociedad espera y confía que los docentes encuentren la forma de hacerlo posible.

Y estoy absolutamente convencida de que lo harán, como lo han hecho siempre: Entre sonrisas, cartulinas de colores y quejas de las familias y del resto de la sociedad. Sin importarles educar a los hijos de personas que siguen pensando que solo los más tontos se hacen profesores, que  ser profesor es igual a ser vago porque tienen tres meses de vacaciones… Rumores falsos de una sociedad que tal vez, solo quizás, desde hoy aprenda a diferenciar mejor a las heroínas y a los héroes, que no siempre llevan medallas ni uniformes de solapas rígidas, pero salvan nuestra forma de vida con su vocación.

¡Mucho ánimo a todas y a todos los docentes! Yo solo sé que no sé nada, espero que vosotros sepáis qué hacer.

Por si queréis leer noticias oficiales:

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