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Uno de cada cinco menores es víctima de abuso sexual

Cambios en la conducta, en las relaciones sociales y en el rendimiento académico son señales de alarma

En los últimos meses los múltiples casos de abuso sexual a menores que han salido en la prensa han encendido las alarmas. Desde todos los sectores existe una preocupación por el aumento de estos casos en entornos escolares y de ocio que, de entrada, deberían ser seguros para los niños. Esta realidad que afecta a niños y niñas de todo el mundo implica actividades sexuales no consentidas o inapropiadas: esto incluye tocamientos indebidos, exposición a material sexual explícito, coacción sexual o cualquier otro acto que viole el consentimiento y la integridad sexual de un menor de edad, ya sea a nivel físico o psicológico. 

Uno de cada cinco menores es víctima de abuso sexual

Aquí las estadísticas son estremecedoras: según el Colegio de Abogados de Barcelona (ICAB), uno de cada cinco menores es víctima de algún tipo de maltrato sexual. De hecho, los mossos d'esquadra revelan en un informe que el año pasado se presentaron en Catalunya 949 denuncias por abusos sexuales a menores.

La dificultad de detectar los casos a tiempo, el silencio impuesto en torno a esta cuestión por miedo al juicio social y la falta de información sobre los recursos disponibles son algunos de los aspectos que complican la gestión de estos casos. En la escuela es donde se detectan buena parte de ellos, pero no siempre se llega a tiempo.

Acceso a la entrevista completa en nuestro canal Youtube

Acceso a la entrevista completa a Anna Chillida, directora general el alumnado en Catalunya. INÈDIT AGÈNCIA

Por este motivo en Inèdit hemos entrevistado a la directora general del alumnado en Catalunya, Anna Chillida, quien comparte con nosotros algunas claves para detectar y gestionar casos de abuso a niños desde la escuela.

Pregunta: ¿Cuáles son las señales de alarma más comunes que los educadores y el personal escolar deberían buscar para detectar posibles casos de abuso sexual a menores en el aula?

Respuesta: Básicamente hablamos de 3 grandes bloques: cambios en la conducta del niño, ya sea permaneciendo demasiado tranquilo y pasando más desapercibido de lo habitual, o al contrario, que tenga una conducta más disruptiva, de querer llamar más la atención; en segundo lugar podemos observar cambios en las relaciones sociales, por ejemplo, el aislamiento no solo en clase, sino en los ratos del patio o en los pasillos, o que pueda estar más irritable de lo habitual; y por último, podemos notar cambios en el rendimiento académico, experimentando un descenso de las calificaciones y una desatención a las clases.

P.: ¿Qué protocolos o procedimientos deben seguirse en una escuela en caso de sospecha de abuso a un menor?

R.: Cuando hay un indicio ligado con algún indicador de sospecha, lo que tiene que hacer un centro educativo, en el caso de situaciones de violencia sexual, es notificarlo a servicios sociales, mossos d’esquadra y a la DGAIA (Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia). En el departamento existe un protocolo de actuación específico para cada caso, y aquí se debe seguir el protocolo de maltrato a la infancia y a la adolescencia, que también incluye otras situaciones de maltrato además de las violencias sexuales.

P.: ¿Cómo fomentar un entorno escolar seguro en el que los niños se sientan cómodos informando de los abusos que sufren?

R.: Lo que tienen que hacer los docentes y el resto de personal es propiciar que el centro sea acogedor, un lugar donde los docentes puedan generar vínculos con los alumnos. Aquí también es muy importante el papel del tutor o tutora como referente, como vínculo con aquel alumno, y sobre todo para generar estos espacios y estos tiempos para que el alumno pueda sentirse acogido y pueda verbalizar las situaciones y el sufrimiento que pueda estar sufriendo. Paralelamente, también es importante la actitud del adulto cuando un alumno nos comunica una posible situación de violencia: es importante validar su relato, no entrar en juicios de valor en ese momento, y no hacer excesivas preguntas. Nuestro papel consiste simplemente en recoger esta revelación y luego explicarle muy bien al alumno cuáles serán los pasos que como adultos estamos obligados a seguir, y sobre todo, actuar de una forma rápida.

P.: ¿Qué apoyo y qué recursos se pueden ofrecer a los menores que han sido víctimas de abuso sexual para ayudarles a recuperarse?

R.: Toda la comunidad educativa, también los alumnos, tienen a su disposición la USAV (unidad de apoyo al alumnado en situación de violencia), cuya misión es acompañar y asesorar, sobre todo a las personas implicadas en esta situación, sobre cuál es el camino a seguir y el recorrido a hacer para gestionarla.

P.: ¿En qué  debería mejorar la formación del personal escolar para que esté mejor preparado para detectar y dar respuesta a casos de abuso sexual a menores?

R.: Es muy importante que los docentes conozcan los indicadores de sospecha, y que conozcan también muy bien los protocolos de actuación. En este sentido, desde el Departament d’Educació, este curso hemos puesto en marcha la figura del coordinador de coeducación, convivencia y bienestar del alumnado en todos los centros educativos. Esta figura tendrá una formación específica y una formación extra para el acompañamiento y abordaje de las situaciones de violencia, y esperamos que pueda servir de referencia para el alumnado y el resto de personal del centro.

¿Qué pasa una vez lo cuentan?

Tras la identificación de un caso de abuso sexual el proceso que sigue a continuación es muy complejo y doloroso para el niño: más de dos años de espera para una resolución, según los resultados publicados en el informe Por una justicia a la altura de la infancia. Análisis de sentencias sobre abusos sexuales a niños y niñas en todo el Estado realizado por Save the Children. Una de las cuestiones relativas al proceso de denuncia más criticadas por esta organización es el hecho de que el menor afectado tenga que explicar verbalmente varias veces los hechos ocurridos.

Al respecto, la solución propuesta es que se generalice la prueba preconstituida, con la que se graba el testimonio de la víctima una vez, para evitar que tenga que repetirlo más veces; es una medida que ya contempla la Ley de protección a la infancia y la adolescencia ante la violencia (LOPIVI), aprobada en 2021.

De hecho, uno de los modelos más defendidos por la entidad son las llamadas Barnahus (casa de los niños en islandés), que también se están creando en toda Catalunya, con la intención de ofrecer una actuación y una intervención coordinadas de los diversos departamentos de la Generalitat implicados en un solo espacio. El centro tiene el aspecto de un hogar, y en él trabaja a tiempo completo un equipo psicosocial y, además, hay otros profesionales que se desplazan cuando es necesario o que se conectan a él por videoconferencia, para evitar que la víctima y su familia sean los que tengan que recurrir a las distintas instancias que intervienen en estos procesos: comisaría, juzgado, servicio de infancia, centro médico, entre otros.

La protección de la infancia ante cualquier forma de violencia es una obligación de todos y de todas y un derecho de los niños tal como recoge la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, ratificada por España en el año 1990.

Si eres víctima de abuso sexual o conoces un caso y necesitas ayuda, llama al teléfono 116 111, de «Infancia responde».

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