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Cuatro experiencias de estudiantes con discapacidad en el extranjero

Personas con discapacidad, personas en movimiento

Todas las personas soñamos, soñamos ir más lejos o soñamos llegar más alto, según nuestros deseos más anhelados. Hay quienes ven su futuro, o parte de él, más allá de las fronteras, y quienes lo buscan a su alrededor. Hoy queremos hablar de aquellos cuya mirada se enfoca a tierras extranjeras, que sueñan con llegar lejos y se proyectan más allá de las fronteras. Estudiantes diferentes en la forma de ser y de estar, pero que comparten casualmente un aspecto de sus vidas: que todos han decidido lanzarse a la aventura de estudiar en el extranjero. Jorge, Anna, Gerardo y Belén desafiaron todas las barreras físicas y mentales para volar fuera de casa.

Tan solo una media de 190 estudiantes con discapacidad al año se va al extranjero para estudiar

Sin embargo, no son los únicos; según los últimos datos facilitados por el Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (SEPIE), en el período 2014-2020 585 estudiantes con necesidades especiales salieron de España para realizar programas de movilidad en otras universidades. De estos alumnos, solamente alrededor de un tercio tienen discapacidad, lo que representa una media de 194 estudiantes por curso durante este período mencionado, una cifra ínfima si se compara con los 40 949 universitarios sin discapacidad que solo en el curso 2019-2020 salieron de España a otras universidades europeas.

Esta infrarrepresentatividad está también evidenciada en investigaciones como el IV estudio «Universidad y Discapacidad» que presenta bianualmente la Fundación Universia, en colaboración con Fundación ONCE, el CERMI (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) y el Real Patronato sobre Discapacidad, y en el que se muestra que tan solo el 4,4 % de estudiantado con discapacidad participa en una movilidad internacional para estudiar fuera.

Las ventajas de hacer breves estancias en el extranjero son de sobra conocidas: aprender a interactuar y a relacionarse con personas de diferentes culturas; resiliencia y capacidad para salir de la zona de confort; ganar más confianza en uno mismo y en las propias capacidades; perfeccionar un nuevo idioma; más y mejores oportunidades académicas y laborales, y crecer a nivel personal. Hemos preguntado a nuestros protagonistas sobre cuánto de cierto hay en lo que se dice sobre la movilidad internacional y sobre los desafíos de vivir y estudiar fuera de España con discapacidad, y hoy venimos a inspiraros con sus historias.

En la tierra de Shakespeare

Jorge Cabrera, joven de 24 años, se graduó en interpretación de música moderna como pianista en la Universidad de Alfonso X el Sabio. Desde pequeño, su padre les inculcó a él y a sus hermanos la importancia de vivir una experiencia de movilidad internacional, por la riqueza que supone y el crecimiento a nivel personal, y las oportunidades que acarrea haber vivido una experiencia de esta índole. Igualmente, Jorge, como fan de la lengua inglesa, siempre ha deseado pasar una temporada en un país anglosajón, un sueño que se hizo realidad el año pasado al presentársele la oportunidad de cursar un máster de interpretación de música popular en la especialidad de voz en Londres.

Originario de Canarias, quiso seguir permaneciendo en el viejo continente para poder, de vez en cuando, volver a casa, por eso escogió Londres: «Tenía solamente dos opciones, así que teniendo en cuenta que quería decantar mi carrera hacia el canto y la música, Reino Unido era el mejor sitio al que me podía ir, porque es un sitio de referencia y con amplia oferta de enseñanzas musicales y artísticas», apunta.

Gerardo Ezequiel Martín vivía en Barcelona cuando decidió lanzarse a la aventura e ir a probar suerte en tierras inglesas. Antes de la pandemia fue allí con el objetivo de mejorar su inglés y aprender a programar. En aquel momento lo acogió su hermano, que vivía en Oxford. Más tarde, tras la pandemia, la casualidad quiso que se fuera a Londres y decidió quedarse allí para cursar un máster en ciencia espacial urbana a tiempo parcial en la University College of London.

Desde un inicio, Gerardo tenía como objetivo mejorar sus oportunidades laborales: «quería probar primero si lograba mi objetivo de mejorar mi inglés y aprender programación, para posteriormente quedarme y trabajar aquí», asegura.

«Ir a una ciudad nueva y no poder generar esos vínculos iniciales es duro»

Así, pasó un tiempo en el país antes de la pandemia, y en plena crisis sanitaria tuvo que volver, en 2021: «Eso fue lo más difícil para mí, porque allí eran bastante estrictas las medidas, por lo que no podías conocer a nadie ni encontrar trabajo. Ir a una ciudad nueva y no poder generar esos vínculos iniciales es duro, sobreviví a base de videollamadas», afirma.

«Si te vas a Inglaterra a estudiar hay que iniciar los trámites como mínimo seis meses antes»

Por su parte, Jorge emprendió su camino de ida con la confianza de que podría superar la prueba: «Tenía entendido que en Inglaterra hay más aceptación y concienciación sobre la discapacidad y tal vez un poco menos de prejuicios, aunque con matices», nos cuenta. Sin embargo, conseguir toda la documentación fue una odisea: «Siempre te lo dicen, que si te vas a Inglaterra hay que iniciar los trámites como mínimo seis meses antes, pero en mi caso no pudo ser. Es realmente muy complicado, porque para pedir el visado debes tener una cuenta en la que puedas demostrar que tienes x cantidad de dinero que te garantice suficientes ingresos para vivir al menos el tiempo que dure tu estancia, y luego debes tener ya la residencia o el piso reservado para justificar que realmente te vas a vivir allí. Fue horrible, porque yo no podía hacer nada hasta escoger alojamiento. Además, Londres es caro, y más en el centro. Hasta el 31 de agosto no terminé de reunir la documentación, y eso que empecé en junio, justo al terminar mi máster anterior. Cuando lo pedí quedaban diez días para empezar las clases, así que tuve que abonar un pago adicional para que el visado se emitiera a los cinco días», relata.

En sus primeros días Jorge contó con el apoyo de sus padres para explorar el entorno en el que iba a pasar los próximos 12 meses, conocer las rutas principales y adquirir el material necesario. Optar por alojarse en una residencia para él fue lo mejor, pues le abría las posibilidades de relacionarse con gente joven de orígenes diversos.

Teniendo en cuenta que Jorge tiene una discapacidad visual, el mayor reto para él era conseguir moverse en una ciudad que no conocía, y enorme además, como lo es Londres: «Lo ideal es, una vez conocidas las rutas básicas, conocer a gente y socializar para obtener apoyo, que no te dé vergüenza preguntar y pedir favores», resalta.

Moverse en una ciudad desconocida y adaptarse a la nueva cultura son algunos de los desafíos que plantea la estancia en Londres

Gerardo, desde otra perspectiva, nos comparte uno de los mayores retos a los que ha tenido que hacer frente: «adaptarse a la nueva cultura es todo un desafío, porque la forma de trabajar, de pensar, son diferentes. Cosas tan básicas como la importancia de las conversaciones sobre el tiempo, el humor británico, la forma de relacionarse… son cosas a las que uno se tiene que acostumbrar. Y luego también está el estrés asociado a vivir en una ciudad tan grande y cara como Londres», explica.

«En España infravaloramos lo que tenemos»

Londres para muchos es una referencia, una de las grandes capitales del primer mundo, ejemplo de progreso y desarrollo. No obstante, aún tienen mejoras a realizar en materia de accesibilidad. Así lo percibe Jorge Cabrera, quien destaca el suplicio que es moverse por la ciudad en transporte público: «Es un absoluto horror. En España infravaloramos lo que tenemos: el transporte de Madrid, por ejemplo, es una maravilla. Aquí el metro es mucho más viejo, más ruidoso, caluroso, no hay cobertura… y los autobuses son horribles, porque, aunque pasan con muchísima frecuencia, en medio del trayecto pueden decirte que la ruta está en diversificación y de repente cambia de sentido, se termina el trayecto de golpe o modifica el recorrido. Todo el mundo está harto de este sistema, porque es una incertidumbre total», expresa.

A pesar de ello, Jorge comenta que detecta más concienciación de la sociedad en materia de discapacidad y con respecto a la accesibilidad de las estaciones para personas con movilidad reducida: «Un servicio del que disponen aquí y que funciona muy bien es el servicio de asistencia en todas las estaciones; cuando bajas al metro cerca de los tornos puedes localizar a una persona con chaleco naranja, que te podrá llevar al punto de la estación que desees hasta que tomes el metro correcto», detalla.

Tours en las instalaciones para conocer el espacio, formularios individualizados para detectar las necesidades de cada estudiante y software específico de apoyo son algunos de los recursos que ofrecen las instituciones educativas al estudiantado con discapacidad

Del mismo modo, tanto Jorge como Gerardo resaltan el nivel de conocimientos en materia de discapacidad que tienen las instituciones educativas inglesas: «Me ha sorprendido el nivel de accesibilidad de Londres, tanto en recursos humanos como materiales», afirma Gerardo; Jorge nos explica que después de la matriculación recibió un formulario muy específico sobre discapacidad visual «en el que se planteaban cuestiones que yo ni sabía responder», confiesa. Algunos de los recursos con los que pudieron contar en la ciudad londinense son un tour de bienvenida por toda la universidad para darles a conocer el espacio en el caso de Jorge, más tiempo en los exámenes, monitores y software para poder leer con facilidad en el caso de Gerardo, que también tiene baja visión.

«No solo hay recursos para superar las barreras físicas, sino que se va más allá y tienen en cuenta las necesidades derivadas de discapacidades invisibles»

Gerardo nos confiesa que no tenía expectativas sobre el nivel de accesibilidad de la ciudad, lo que no quita que le siga sorprendiendo, «porque no solo hay recursos para superar las barreras físicas, sino que se va más allá y tienen en cuenta las necesidades derivadas de discapacidades invisibles; por ejemplo, en los aeropuertos me pongo muy nervioso porque no veo bien y tengo TDAH, por lo que me dan un identificativo que me señala como persona con discapacidad para evitar la cola y lograr que me asistan. Son detalles que indican que esta sociedad acepta a las personas con discapacidad y les ayuda a tener una vida más fácil».

En la ciudad del amor

Belén Navarro es biotecnóloga, hace un año dejó las prácticas que estaba realizando para embarcarse en la aventura de estudiar en el extranjero, matriculándose en un máster en perfumería en una de las mejores escuelas de todo el mundo. Durante todo un semestre Belén vivió en París y Grasse, lugares en los que se impartió la formación teórica, y en la actualidad está realizando las prácticas en una perfumería en Barcelona.

La naturaleza de los estudios que quería cursar fue lo que la impulsó a irse fuera, además de que durante la carrera ya intentó hacer un Erasmus en Budapest (Hungría) que no salió bien, pues su discapacidad orgánica le impidió terminar la estancia. Aun así, ahora ha vuelto a intentarlo, y con un resultado exitoso: «Al principio, al haberlo intentado ya una vez y fracasar, me daba miedo que nuevamente no saliera bien el plan, porque había apostado mucho por este máster», nos cuenta.

«Mucho hablar de inclusión y diversidad, y luego nada»

A pesar de haber disfrutado y aprendido mucho de la formación recibida, Belén considera que en Francia aún queda mucho camino por recorrer hacia una inclusión real: «Envié un correo para preguntar sobre el funcionamiento de las prácticas allí, para saber si las empresas tenían reserva de plazas para personas con discapacidad, y tuve que ir tras ellos un mes y medio para obtener una respuesta; de hecho, no lo conseguí hasta que me planté en su despacho. Mucho hablar de inclusión y diversidad, y luego nada. Aquí en España es totalmente diferente, sentí que me escuchaban, que tenían en cuenta mis necesidades y realmente me ayudaron, pero allí no, era diferente y tenía que insistir mucho y siempre, al final, apañarme yo sola con todo y sin ningún tipo de orientación», relata.

Una de las adaptaciones que suele precisar es la horaria, especialmente cuando tiene clases a primera hora, pues la rehabilitación respiratoria que ha de hacer le complica la asistencia: «En caso de tener una clase a las 8:00 pedía permiso para grabarla, y dependía mucho del profesor si me concedían permiso o no; había algunos que aceptaban y que incluso me ofrecían hacer tutorías aparte, y otros que se resistían mucho y me ponían pegas. Esto es igual aquí», explica.

Más allá de Europa

Anna Guiu se acaba de graduar en Diseño Digital y Tecnologías Creativas. Como apasionada de los viajes, vio su oportunidad cuando le presentaron los programas de movilidad de la universidad, y se lanzó a la aventura de conocer y explorar un nuevo país. Ya que estaba en ello decidió apostar fuerte, eligiendo un país del continente asiático… Corea del Sur: «Me enfoqué en Asia, ya que mis aficiones y aspiraciones profesionales se centran en el diseño y la animación. Este continente tiene países como Japón y Corea del Sur, los cuales son de los mejores en estos campos. En Japón solo era posible realizar el programa de movilidad si estaba en máster y, como no era el caso, pues opté por Corea», nos cuenta.

Uno de los mayores retos a los que tuvo que hacer frente Anna en Incheon fue tener que vivir por su cuenta, tener que organizarse económica y personalmente: «Por suerte, en poco tiempo me pude adaptar, poco a poco y con la ayuda de mis compañeras de piso lo fui logrando, ya que ellas tenían experiencia previa».

«A veces no sabía muy bien qué documentos eran necesarios o dónde tenía que enviarlos»

La inscripción también presentó desafíos para Anna, quien califica todo el proceso de «duro y largo»: «A veces no sabía muy bien qué documentos eran necesarios o dónde tenía que enviarlos. Además, el departamento de Relaciones Internacionales estaba desbordado y no siempre podían ayudar o contestar».

«Siendo un país tan avanzado tecnológicamente, no me esperaba que no lo fueran también en materia de accesibilidad»

En palabras de Anna, «Corea del Sur puede tener muchas cosas buenas como país, pero la accesibilidad para la gente con discapacidad no es una de ellas. No existen muchos recursos para nosotros. En Corea es inevitable utilizar el transporte público como el metro, y para acceder a él tienes que bajar escaleras, o también dependiendo de tu destino a lo mejor necesitas cambiar de estación, lo que implica usar escaleras unas cuatro veces y no siempre existe la opción del ascensor. Siendo un país tan avanzado tecnológicamente, no me esperaba que no lo fueran también en materia de accesibilidad», nos dice.

Barreras a la movilidad de personas con discapacidad

Algunas de las barreras más comunes que obstaculizan la movilidad internacional de las personas con discapacidad son el miedo, la falta de accesibilidad, los costes y la imposibilidad de recibir las mismas prestaciones por discapacidad fuera de España.

El miedo, la falta de accesibilidad, los costes y la imposibilidad de recibir las mismas prestaciones por discapacidad fuera de España obstaculizan la movilidad de personas con discapacidad

En Fundación ONCE intentan paliar los efectos del sobrecoste que puede suponer vivir una temporada fuera ofreciendo una línea de becas específica para ayudar a la financiación de estas estancias con 6000 euros. Nuestros cuatro protagonistas han sido beneficiarios de esta beca «oportunidad al talento», que les ha ayudado a cumplir con su sueño de estudiar en el extranjero.

Respecto a la accesibilidad, que es una de las mayores preocupaciones a la hora de emprender un proyecto de esta magnitud, recientemente acaba de lanzarse una plataforma que permite conocer el nivel de accesibilidad de las universidades europeas. La Red Europea de Universidades Inclusivas (EUni4all) está integrada por un total de 64 instituciones de educación superior de la Unión Europea, y cuenta con una plataforma online en la que estudiantes, universidades, familias, entidades y todas las personas interesadas podrán consultar el nivel de inclusión de estas 64 entidades participantes.

Por lo que se refiere al acceso a las mismas prestaciones y servicios fuera del territorio nacional, se trata de una antigua reivindicación exigida continuamente por el movimiento europeo de la discapacidad. Gracias a ello, en la actualidad la Unión Europea está elaborando un sistema voluntario de reconocimiento mutuo de la condición de discapacidad y determinadas ventajas asociadas, articulado alrededor de una Tarjeta Europea de Discapacidad.

Historias como las de Jorge, Anna, Gerardo y Belén serán cada vez más frecuentes si hacemos de nuestras sociedades entornos inclusivos. Cuatro historias de valentía, resiliencia, confianza y superación que ahora son referentes para los demás, y en las que nos dejan algunos de los consejos que les hubiera gustado recibir antes de emprender su camino: concienciarse de que no va a ser un camino fácil, tener mucha paciencia, socializar y no tener vergüenza a pedir ayuda, si es la primera vez mejor optar por destinos cercanos a un par de horas en vuelo, informarse antes de la accesibilidad del país de destino, y contactar a otras personas que ya hayan estado allí antes.

Nuestros protagonistas nos confirman el impacto positivo de una movilidad internacional: aprendieron lo empoderador que es poder moverse de forma autónoma en una gran ciudad, la importancia de no ponerse límites imaginando cosas que no tienen por qué pasar, el poder del sacrificio y la paciencia, y la riqueza que supone sumergirse en una cultura distinta.

Fuentes:

http://sepie.es/

https://sid-inico.usal.es/documentacion/universidad-y-discapacidad-iv-estudio-sobre-el-grado-de-inclusion-del-sistema-universitario-espanol-respecto-de-la-realidad-de-la-discapacidad/

https://becas.fundaciononce.es/Paginas/BecasOportunidadTalento.aspx

https://www.euni4all-network.com/

https://ec.europa.eu/social/main.jsp?catId=1139&langId=es

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